Ésta es una de las principales cuestiones que separan actualmente nuestro antiguo y tradicional Ejército, de un nuevo Ejército, moderno y eficaz, más acorde con las estructuras sociales actuales, donde se exige siempre transparencia y claridad en las decisiones administrativas y ese plus de honestidad e imparcialidad que debe siempre revestir cualquier resolución de nuestra administración militar.
Entonces qué hago, recurro o no ?
Como jurista y miembro de los Ejércitos (Cuerpo Jurídico), siempre he defendido y recomendado hacer uso de los instrumentos legales que tenemos a nuestro alcance para corregir una decisión injusta que se aparta de lo que es jurídicamente correcto.
No estamos rompiendo ninguna regla no escrita ni aún menos perjudicando a la Institución si a través de los remedios legales de los que disponemos, conseguimos crear un ejército más justo, más transparente, más igualitario. Siempre recordando esa máxima de que el principio de igualdad implica tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales.
En el Ejército tradicional, ése que aún sigue mandando en muchas de sus estructuras de poder, ése que se resiste al cambio, ése que aplica el criterio de discreccionalidad de una forma quasi absoluta, incurriendo muchas veces en la arbitrariedad e incluso en desviación de poder, la formulación de un recurso equivale a una grave alteración del “status quo”, percibiéndose a veces como una agresión, cuando debería percibirse como algo normal, usual y diario.
Cierto es que hay determinadas prácticas que hay que cambiar, pero también que ése cambio no es sólo posible desde los Ejércitos, sino que implica que nuestros políticos las afronten con ése plus de valentía que les exigimos quienes les votamos, como por ejemplo cuestiones relativas a la carrera militar de los Militares profesionales con el compromiso de larga duración, o en materia de ascensos y destinos, o en asuntos relacionados con las viviendas militares y alojamientos logísticos, o en materia de igualdad y protección frente al acoso u otros.
Debemos evolucionar lo más rápido posible hacia un Ejército moderno, igualitario y verdaderamente justo con sus profesionales, donde recurrir no sea percibido como un agravio personal al mando que dictó la resolución que se cuestiona, sino como un derecho, como un instrumento para lograr que todo mejore, como un paso adelante en la dirección apropiada.